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Se ha logrado el “business case”: cómo los beneficios de los informes obligatorios de sostenibilidad corporativa superan realmente los costes (Parte II)

 

En un artículo anterior, presentamos nuevas evidencias que demuestran de forma decisiva que el proyecto de Directiva de Información de Sostenibilidad Corporativa (CSRD) de la Unión Europea y los estándares europeos de sostenibilidad que lo acompañan, generarán beneficios directos y reducirán los costes para las empresas, además de proporcionar ganancias para los inversores y contribuir a objetivos de desarrollo sostenible para Europa en su conjunto. En este segundo artículo, mostramos lo que llamamos una «ola» de evidencias que complementa y refuerza los hallazgos identificados por Europa. Analizamos por qué esto no se ha reconocido antes, examinando las limitaciones del modelo estándar de costes utilizado hasta ahora, que ahora se muestra incapaz de seguir el ritmo de cambios en Europa y en el mundo en la transición hacia una economía sostenible y baja en carbono. Presentamos nuevos modelos para calcular la creación de valor empresarial, y argumentamos que la tesis del “business case» ya ha quedado demostrada para que las empresas actúen de forma sostenible e informen sobre sus resultados en materia de sostenibilidad.

Resumen del artículo

El tradicional argumento sobre el «business case» en relación a la información sobre sostenibilidad empresarial ha sido expuesto durante más de veinte años en múltiples conferencias empresariales, estudios de investigación y por profesionales de la sostenibilidad.

Este «business case» para lo que antes se llamaba responsabilidad social de las empresas siempre ha sostenido que el gasto (y la presentación de informes) sobre el impacto medioambiental y social de la empresa se amortiza a sí mismo en términos de reducción de costes directos, mejor gestión del riesgo, mejora de la reputación y fidelidad de los empleados y clientes.

Sin embargo, la empresa sostenible se ha percibido a veces como una industria en sí misma, en la que estos argumentos han tenido un impacto limitado más allá de «predicar entre los ya convertidos».

A día de hoy, tanto el volumen de las evidencias reunidas como las nuevas ideas sobre los modelos económicos desarrollados a la luz de la magnitud y la urgencia de los retos de sostenibilidad a los que se enfrentan las empresas, han creado un cambio fundamental en la forma en que las empresas perciben los beneficios de la sostenibilidad y la publicación de información sobre el tema.

La nueva ola de evidencias que demuestran que la información y el desempeño en materia de sostenibilidad conducen a una creación de valor empresarial medible

La prueba más contundente para respaldar los argumentos económicos a favor de la presentación de informes de sostenibilidad proviene de una amplia serie de estudios que muestran una correlación positiva entre las empresas que logran un mejor desempeño ASG y las que logran al mismo tiempo mayores rendimientos financieros.

Los inversores del Grupo DWS ( conocido como Deutsche Asset Management) demostraron combinando los resultados de diferentes estudios sobre esta cuestión (un «meta-estudio»), que en más del 60% de los casos, resultados positivos en materia de ASG y mejores resultados financieros de las empresas van juntos.

Esto se ha descrito como «ASG Alpha » – la idea de que la adopción de políticas de sostenibilidad y transparencia, pueden ayudar a la empresa a lograr mayores rendimientos en comparación con la media del mercado.

La magnitud de la ventaja financiera se calculó en un estudio similar realizado por Nordea Equity Research, el mayor grupo de servicios financieros de la región nórdica europea , que mostró que las empresas con los rating más altos en materia ASG superaban a las empresas con calificaciones más bajas hasta en un 40%.

Otro ejercicio similar realizado por la empresa mundial de gestión de activos Arabesque, en colaboración con la Universidad de Oxford, reveló que el 90% de los 200 estudios analizados concluyen que la aplicación de buenos estándares ASG reducen el coste del capital; el 88% muestran que las buenas prácticas ASG dan lugar a un mejor rendimiento operativo; y el 80% muestran que el rendimiento del precio de las acciones está positivamente correlacionado con las buenas prácticas de sostenibilidad.

Igual de consistentes han sido los resultados mostrados en numerosos estudios equivalentes, incluyendo el realizado por BlackRock, el mayor inversor del mundo, el trabajo de George Serafeim en la Escuela de Negocios de Harvard, la investigación publicada en el Foro Económico Mundial y en un estudio publicado bajo el sucinto título «La sostenibilidad es rentable».

De hecho, las pruebas son abrumadoras: la sostenibilidad es rentable.

Desglosar esto en términos de en qué manera esto es rentable para la empresa también arroja resultados concretos.

Los resultados del análisis demuestran que hay un efecto 20:20, ya que las empresas sostenibles pueden aumentar en un 20% más sus precios y esperar un aumento de hasta el 20% en los ingresos por ventas.

El mercado de productos y servicios sostenibles está creciendo mucho.

El Conference Board descubrió que los ingresos de los productos y servicios sostenibles crecieron a un ritmo seis veces superior al de los ingresos generales de las empresas.

La productividad también se ve impulsada, ya que el Comité de Evaluación de la Sostenibilidad calculó un aumento de la productividad de casi tres cuartas partes en la producción de alimentos, cuando se siguen normas de sostenibilidad certificadas.

La coalición empresarial «We mean business» calculó que las empresas experimentan una tasa interna de retorno media de entre el 27% y el 80% en sus inversiones de baja emisión de carbono.

La buena «ciudadanía» y la buena «gobernanza» representan casi el 30% de la reputación corporativa, según The RepTrak Company.

En Francia, la Ley de Vigilancia, que obliga a las empresas a ejercer y publicar los resultados de la diligencia debida en su cadena de suministro, ha hecho que las empresas con mejores resultados obtengan un mayor acceso al capital de inversión, según el fondo de financiación sostenible SDG Invest.

La empresa de contabilidad Deloitte identificó que las empresas que tienen empleados con los mejores índices de compromiso consiguen el doble de satisfacción de sus clientes, y un 25% más de beneficios que las organizaciones con los índices de compromiso más bajos.

Mejores resultados de las empresas

Estos resultados de las compañías con mejor desempeño en materia de ASG también se reflejan en las empresas que de forma individual adoptan las nuevas metodologías de cálculo de ASG.

La corporación tecnológica alemana SAP ha calculado que un aumento del 1% de la “implicación o compromiso” de sus empleados supone unos ingresos de entre 35 y 45 millones de euros para la empresa.

La empresa francesa de servicios alimentarios Sodexo afirma que su programa de igualdad de género no sólo ha aumentado la retención de los empleados, sino también de los clientes en un 9%, y ha impulsado los márgenes operativos en un 8%.

La empresa de materiales de construcción con sede en Suiza Lafarge Holcim, utiliza una «cuenta de resultados integrada» en la que calcula que la creación de valor para las operaciones empresariales asciende a 3.600 millones de euros, pero que cuando combina la creación de valor con una tercera pata que incluye el impacto social y medioambiental, este asciende a 5.300 millones de euros.

Las pruebas demuestran que no se trata sólo la conducta sostenible de la empresa, sino que también aplica a la información sobre dichos resultados.

Los informes de sostenibilidad son rentables

Actualmente se reconoce de forma generalizada que la sostenibilidad es crucial para una mejor gestión del riesgo. Según la encuesta bianual acreditada de la empresa de contabilidad KPMG sobre la presentación de informes de sostenibilidad, alrededor de la mitad de las empresas informan ahora sobre el riesgo climático en sus informes financieros. Esto ha aumentado significativamente en los últimos dos años, en particular. Las empresas europeas de mayor tamaño están a la cabeza de estos resultados, ya que el 60% informa de acuerdo con las recomendaciones del Task force for Climate-related Financial Disclosure (TCFD).

*Fuente: Informe KPMG 2020.

Otro estudio de KPMG sobre empresas en Alemania, descubrió que las empresas incurrirían en el 75% de los costes de la elaboración de informes de sostenibilidad en cualquier caso (siguiendo el «cálculo habitual») y que los beneficios de la elaboración de informes superaban cuatro veces más los costes, generando una ganancia de 750 millones de euros al año en el desempeño general de las empresas alemanas. En 13 de los 15 escenarios futuros analizados, los informes de sostenibilidad superaron el «umbral de rentabilidad» y proporcionaron beneficios a la empresa.

Una investigación realizada en Australasia muestra que cuando las empresas no sólo adoptan un propósito corporativo, sino que lo comunican eficazmente a los inversores, esto puede llevar a un aumento del 1,6% en la valoración de las acciones. La calidad de los informes también influye también en el comportamiento de los inversores, según un estudio de la consultora KKS Advisors.

Un artículo publicado este año en la Social Science Research Network ha reforzado los argumentos a favor de la CSRD, demostrando que la presentación voluntaria de informes de sostenibilidad, en lugar de la obligatoria, hace que las empresas opten por publicar menos información material.

Una investigación publicada en el Journal of Accountancy ha demostrado que el hecho de que se verifiquen los informes de sostenibilidad de las empresas contribuye a que éstas se beneficien de una reducción en el coste de capital del 0,7%.

Como dijo una empresa en la encuesta sobre informes de sostenibilidad en Dinamarca: «Si trabajas con la RSE sin decirle a nadie lo que estás haciendo, es como sembrar maíz y luego olvidarte de cosecharlo».

Sería posible seguir citando aún más resultados.

Pero lo que sugiere esta oleada de evicencias ahora abrumadora, en Europa y fuera de ella, es que se ha alcanzado el «punto de inflexión» por el que se han logrado los argumentos empresariales a favor de las empresas sostenibles y de que estas publiquen información sobre ello.

¿Por qué este argumento basado en el “business case” no se ha aceptado antes?

Todo esto nos lleva a preguntarnos por qué estos beneficios, tanto financieros como no financieros, no han sido aceptados antes de forma más generalizada.

Tal vez sea porque la sostenibilidad ha existido en gran medida como una «burbuja» dentro de la empresa, no aceptada plenamente por su función financiera, por la Dirección o el Consejo de Administración. El estudio publicado por la Alianza para la Transparencia Corporativa reveló que en la UE, sólo el 14% de las empresas, de un total de 1.000, proporcionaron información sobre la integración de la sostenibilidad en la estrategia empresarial, en los debates del Consejo de Administración y en los incentivos al rendimiento. La sostenibilidad ha estado en gran medida ausente de la formación de los directivos y se percibe como parte de todos los informes que se consideran un ejercicio de cumplimiento, no reconocido como relevante para el modelo de negocio y la estrategia de una empresa.

Además, las metodologías, los indicadores y los marcos de referencia de información sobre sostenibilidad se han considerado a menudo como inmaduros y carentes de credibilidad.

A menudo, esto llevó a la idea de que la inversión en productos, servicios y métodos de producción más sostenibles no produciría la misma tasa de rendimiento, en comparación con lo que se consideraba como ideas de desarrollo empresarial más convencionales y fiables.

Esta concepción sobre la fiabilidad de la información sobre sostenibilidad se tradujo en el uso de modelos de cálculo de costes estándar que exageran sistemáticamente el coste de las acciones de sostenibilidad y subestiman sus beneficios.

En este sentido, las empresas se han limitado a realizar declaraciones sobre los peligros para el mundo del cambio climático y otros retos de sostenibilidad, pero no siempre han conectado esto con su impacto individual y con las decisiones cotidianas sobre sus operaciones.

Ha resultado muy difícil salir de una cultura empresarial dominada por el cortoplacismo excesivo.

A pesar de algunas loables excepciones la Global Commission on the Economy and Climate concluyó: “Lo que falta actualmente es el suficiente liderazgo político y empresarial».

Sin embargo, parece se ha alcanzado y traspasado el umbral del cambio, en el que se acepta que para la empresa los costes y los riesgos asociados a no perseguir el desarrollo sostenible son más altos que estar preparados para hacerlo.

¿Qué ha cambiado?

El mayor cambio de mentalidad sobre esta cuestión en los últimos años ha sido el creciente reconocimiento de que los riesgos sistémicos representan la mayor amenaza para la empresa.

El funcionamiento del TCFD fue un punto de inflexión clave para que la sostenibilidad se tratara como una cuestión financiera dentro de las empresas. La previsible escasez de recursos ha hecho que se reconozca la dependencia de las empresas de un capital social y natural finito. La pandemia del virus COVID ha puesto de manifiesto cómo los acontecimientos sociales pueden conducir rápidamente a una dislocación empresarial muy importante. Los fenómenos meteorológicos extremos no sólo se han hecho más numerosos, sino que han infligido profundos daños económicos.

Para mostrar y cuantificar este cambio en la percepción del riesgo empresarial ante el cambio climático catastrófico, la Commission on the Economy and Climate lo describió además como el equivalente a pasar de un accidente aéreo mortal cada tres millones de vuelos, a 300 accidentes mortales cada día.

Esta nueva comprensión ha provocado un cambio fundamental no sólo en las empresas, sino también en la comunidad de inversores, donde se prevé que, por primera vez, la inversión ASG supere a la inversión convencional en Europa, tan pronto como en el 2025.

La estrategia para la financiación de la sostenibilidad de la UE materializará estas preocupaciones mediante un sólido marco de requisitos legales, incentivos y benchmarks que entrará en vigor en 2025, con el objetivo de canalizar la asombrosa cifra de 850.000 millones de euros anuales de nuevos préstamos bancarios e inversiones privadas hacia la transformación de la economía europea en un modelo sostenible.

Para las empresas que quieren tener mejor acceso al capital a un menor coste, existe un claro incentivo en perseguir una gestión sostenible e informar de ello con claridad.

Mientras tanto, el clamor por la transparencia corporativa en materia de sostenibilidad no sólo procede de los inversores o los reguladores, sino de las partes interesadas en general. Es esta creciente combinación de presiones la que ha hecho cambiar a las empresas de opinión, y por la que información sobre sostenibilidad es una herramienta única que puede ayudar a responder a múltiples demandas.

Del mismo modo, los debates más amplios sobre empresa y derechos humanos, el propósito de las empresas, la debida diligencia en sus cadenas de suministro y el capitalismo de las partes interesadas, reflejan una creciente voluntad dentro de las empresas de desafiar las metodologías convencionales.

Ahora también se reconoce la existencia de un vínculo entre la opinión de las partes interesadas y la regulación empresarial. Los Principios de Inversión Responsable de Naciones Unidas predicen que la combinación de la urgencia de los retos de la sostenibilidad junto con la cambiante opinión de la sociedad conducirá a una «inevitable respuesta política» de nueva regulación, a mediados de esta década.

Para las empresas europeas, no se trata simplemente de una cuestión teórica, sino que se concreta en el pipeline de regulación de la Unión Europea proyectado en el Green Deal y como parte del más reciente paquete de Finanzas Sostenibles de la Comisión Europea. Esto incluye el endurecimiento de las normas para que los bancos, inversores y aseguradoras se aseguren de los requisitos de sostenibilidad de las empresas; la ampliación de la «taxonomía» o lo que se considera sostenible desde el punto de vista medioambiental y también a las cuestiones sociales; la expansión de su Régimen de Comercio de Derechos de Emisión junto con un aumento previsto del precio del carbono y el refuerzo de la legislación sobre transporte, residuos, edificios y uso del suelo.

Vea la cronología detallada de la legislación de la UE aquí.

Las empresas deben prepararse para estos cambios en un futuro muy próximo. La sostenibilidad ya no puede quedar al margen, sino que se va a percibir que es fundamental para los retos estratégicos de las empresas

También en términos puramente económicos, ahora se acepta que la contabilidad financiera convencional no tiene en cuenta la importancia de los activos intangibles en la valoración de la empresa. La empresa líder en servicios financieros Ocean Tomo considera que elementos como la marca, la reputación, el conocimiento, la capacidad de investigación y los datos representan el 90% del valor de las mayores empresas cotizadas.

Las empresas reconocen ahora que no pueden permitirse el lujo de limitar su gestión financiera y sus informes a lo que abarca sólo el 10% del valor real de la empresa.

Las empresas también comparten la preocupación de los inversores minoristas por la volatilidad de los mercados bursátiles, basada en fluctuaciones a corto plazo que no reflejan la economía real, pero que también tienen un efecto directo en la valoración de las empresas. Esto ha empezado a llevar a muchas empresas a pasar del simple cálculo de la rentabilidad a nuevas medidas de creación de valor: valor para la empresa y para sus partes interesadas.

Medidas como la Taxonomía de la UE, el análisis de escenarios según la TCFD, los planes de transición climática para alcanzar el Net Zero y los objetivos con base científica han introducido una precisión mucho mayor en la estrategia y los informes de sostenibilidad.

Al mismo tiempo, se ha observado una mayor madurez de las metodologías experimentales para calcular el coste y el impacto social y medioambiental. Entre ellas se encuentran ejemplos como el concepto de contabilidad multicapital que están desarrollando las organizaciones de la Value Accounting Network, las métricas de «Prosperidad» del World Economic Forum’s Common Metrics for Stakeholder Capitalism y el concepto de Sustainable Competitive Advantage Period, según el cual una empresa centrada en las cuestiones ASG y en las partes interesadas puede prolongar la longevidad de su ventaja sobre sus competidores. Cada uno de ellos se basa en evaluaciones y valoraciones económicas.

Los persistentes llamamientos a la convergencia de los marcos de información sobre sostenibilidad en conflicto también han avanzado de forma significativa, generando la acción de los reguladores -encabezados por la CSRD y los estándares de información sobre sostenibilidad de la Unión Europea – para que esto parezca posible por primera vez.

Beneficios del sistema

Quizá lo más importante sea que los argumentos sobre las externalidades, que solían referirse a que las empresas supuestamente evitaban los costes sociales y medioambientales para que fueran asumidos por la sociedad en general, se han invertido repentinamente.

En esta nueva era, los mercados en crecimiento de productos y servicios sostenibles y los menores costes de los métodos de producción sostenibles no son creados por empresas individuales de forma aislada, sino por una combinación de acciones de múltiples empresas que cambian básicamente cambian los cálculos del coste-beneficio desde el exterior. Esta es la magnitud de la transición hacia la sostenibilidad en el sistema, que repercute directamente en la empresa.

Las finanzas son la nueva externalidad.

La velocidad con la que se han extendido las tecnologías digitales, el modo en que el volumen de las nuevas inversiones se ha desplazado de los combustibles fósiles a las energías renovables o la expansión de la iluminación LED, no se llegaron a predecir con antelación, pero se convirtieron en la realidad actual.

Las nuevas mejoras en la carga de baterías, el desarrollo exitoso de la pila de combustible de hidrógeno o el desarrollo masivo de sustitutos de la carne, podrían ser innovaciones similares que puedan alterar rápidamente los actuales supuestos económicos en un futuro muy cercano.

La London Business School ha llamado a esto la «mentalidad de crecimiento del pastel», la idea de que la transición de las empresas hacia la sostenibilidad hace crecer la oportunidad de mercado en general.

Por lo tanto, las técnicas estáticas de análisis de costes y beneficios están siendo sustituidas por los estrategas empresariales por modelos más dinámicos y transformadores del desempeño financiero, reconociendo que la innovación en productos y servicios sostenibles, el rápido crecimiento de nuevos mercados, la posibilidad de quedar como responsable de los activos abandonados y las posibilidades de reducción de los costes de producción, deben tenerse en cuenta en la planificación y la toma de decisiones.

Esto deja claro que la sostenibilidad es realmente una inversión, no un coste.

Una evidencia clave que demuestra este cambio de mentalidad entre las empresas es la que muestran los sucesivos Reuters’ Responsible Business Trends Reports, que han descubierto que el 54% de las empresas ven la sostenibilidad como un motor de ingresos, frente al 21% que no lo hace.

Esto subraya que las empresas se han convencido de lo que se ha convertido en una gran cantidad de pruebas estadísticas disponibles, que toman los beneficios teóricos que se derivan de los informes de sostenibilidad y han logrado poner números para probar este argumento.

El caso de la sostenibilidad: argumento final

Estos dos artículos empezaron mostrando que la investigación realizada por y en nombre de la Comisión Europea ha mostrado de forma indiscutible de que los beneficios de su nueva Directiva de Sostenibilidad Corporativa y los estándares asociados para la elaboración de informes de sostenibilidad logran un claro beneficio para las empresas por encima de los costes que conllevan.

En el pasado, este «business case» no siempre fue bien recibido por las propias empresas.

Sin embargo, como ha quedado argumentado más arriba, la urgencia para abordar los retos de la sostenibilidad, la «ola» de evidencias que corroboran los beneficios económicos de la sostenibilidad y los nuevos modelos económicos que reconocen la naturaleza dinámica de la transición hacia una economía sostenible, crean un nuevo contexto en el que ahora las empresas pueden dar un amplio apoyo a estas iniciativas.

¿Quizá ya no tengamos que hablar más en los próximos años del «business case «? El argumento se ha logrado demostrar. Caso cerrado.

FUENTES:

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